En un texto inédito de 1927, el surrealista René Daumal escribía: "René Guénon, nada sé de vuestra vida propiamente humana". Era "uno de esos seres infinitamente raros que jamás dicen ‘yo’" —confesó su amigo González Truc 12—.
Creo que solo en 1951 —a través del artículo de Paul Chacornac La vie simple de René Guénon 13 se conocieron algunas circunstancias de su vida que, hasta entonces, no habían trascendido el círculo de sus amigos. Sólo dos artículos se publicaron en "oscuras revistas" 14 durante su existencia.
¿Quién fue René Guénon? No fue un orientalista, a pesar de que nadie como él conoció el pensamiento de Oriente, ni un historiador de las religiones, no obstante haber realizado un profundo análisis de la religión desde su primer libro y revelado en toda su obra un dominio inusitado de los temas hierológicos; tampoco fue un sociólogo ni un filósofo de la historia, como podría inferirse de los libros que dedicó al análisis del mundo moderno, ni siquiera un ocultista, como pretenden quienes lo han leído oblicuamente. Podríamos llamarlo metafísico, siempre que —como dice Chacornac y aclaró varias veces él mismo— no se asigne a esta denominación el sentido que tiene en los manuales de filosofía occidental. Mejor aún, puede afirmarse que fue un "gurú" —como dijo Coomaraswamy 15— o "un gran jñanin" como propuso llamarlo Marco Palis 16.
Servidor de la verdad, Guénon afirmó una y otra vez que, desde el punto de vista metafísico, las individualidades no cuentan y él fue fiel a este principio toda su vida: el hombre se retiraba para dejar paso a la obra, porque "sólo interesa el conocimiento". G. Remond lo describe así: "Me encontré frente a un hombre frágil, muy delgado —magro como un arpa, hubiera dicho Saadi—, muy blanco, de ojos muy azules, vestido sencillamente con una túnica y calzado con babuchas, extremadamente refinado pero muy silencioso" 17.
La existencia de quien tomaría el nombre árabe de Abdel Wahed Yahia (que significa "el servidor del Único") comenzó un 15 de noviembre de 1886. Sus padres, muy católicos, lo hicieron bautizar en la Iglesia de San Saturnino; el 7 de junio de 1897 tomó la primera comunión. Desde niño tuvo una salud delicada y, quizás por eso, su tía —maestra en una escuela de Blois— le enseñó las primeras letras. A los doce años ingresó a una escuela secundaria dirigida por sacerdotes, donde estudió durante tres años. En 1902 entró al Colegio Augustin-Thiéry como alumno de retórica. Varias veces premiado como el mejor estudiante de su curso, siendo alumno de filosofía —en 1903— la Sociedad de Ciencias y Letras de Blois le discernió un nuevo premio. Luchando siempre con su precaria salud, ese mismo año se graduó de bachiller. Al año siguiente, se inscribió en el curso de Matemáticas Especiales, mereciendo la más alta recompensa: la medalla otorgada por la Asociación de Ex Alumnos de la institución 18. Aconsejado por sus profesores se dirigió a París con la intención de obtener el título de Licenciado en Matemáticas, pero la fragilidad de su salud le impidió cursar regularmente los estudios universitarios, los que abandonó definitivamente en 1906.
Desde su llegada a París, y durante veinticinco años, Guénon vivió en un pequeño departamento, lejos del ruido y la multitud, en el 51 de la calle Saínt-Louis-en-L’Ile. Conducido por un amigo, ingresó en la Escuela Hermética, dirigida por el doctor Gérard Encausse, más conocido por el seudónimo de Papus. Desde ese año (1906) hasta 1909, recorrió las vías muertas de las diversas organizaciones neoespiritualistas. Al término de su experiencia, publicó un artículo en la revista La Gnose titulado La gnosis y las escuelas neoespirítualistas, cuyas conclusiones pueden sintetizarse en este lapidario juicio: el error del neoespiritualismo consiste en no trascender el nivel fenoménico y en trasladar a un plano pseudoespiritual los métodos y los principios materialistas de la ciencia ordinaria.
En su libro ya citado La vie simple de René Guénon (p. 36) refiere Chacornac que, después de su ruptura con el ocultismo, fue admitido en una logia masónica en la que permaneció hasta 1914. En 1909, había entrado a la Iglesia Gnóstica donde fue consagrado obispo con el nombre de "Palingenius" y, aproximadamente ese mismo año, conoció a dos hombres que habrían de desempeñar un papel importante en su formación intelectual: Léon Champrenaud y Albert de Pourvourville. El primero, conferenciante en la escuela de Papus, se alejó tempranamente de la Escuela Hermética y el segundo había recibido la iniciación taoísta con el nombre de Matgioi.
En esa época, Guénon fundó la revista La Gnose que, a partir del número 4, recibiría el apoyo de Champrenaud y Matgioi. En esta revista se publicó el que parece haber sido el primer trabajo de Guénon, El Demiurgo (muy posteriormente reeditado por la revista Etudes Traditionnelles, en su número de junio de 1951). Gran parte de sus libros El simbolismo de la cruz, El hombre y su devenir según el Vedanta y Los principios del cálculo infinitesimal fueron publicados previamente en forma de artículos en La Gnose, revista que dejó de aparecer en 1912.
¿Dónde había adquirido Guénon esos conocimientos que lo convirtieron a los veintitrés años en un gran metafísico? André Préau atribuyó su precoz formación metafísica a una enseñanza oral recibida directamente de maestros orientales 19, lo que confirmó Chacornac en su libro ya citado.
En 1912 se producen en su vida dos hechos fundamentales: contrae matrimonio y recibe la iniciación islámica. El testimonio de esta conversión ha quedado impreso en la dedicatoria de su libro El simbolismo de la cruz 20: "A la memoria venerada de ESH-SHEIKH ABD-ER-RAHMÁN ELISH EL-KEBIR El-Alim El-Malkí El-Maghribí, a quien debo la primera idea de este libro" (el libro fue publicado en 1931, pero, por una carta, se conoce la fecha de su iniciación).
De familia tradicionalmente católica, él mismo integrado en esa religión y habiendo manifestado que la Iglesia católica es la única institución religiosa de Occidente que podría servir de base para una recuperación espiritual del Occidente, cabe preguntarse por qué se convirtió al islamismo. Por otra parte, su obra se basa en la Tradición unánime e intemporal, pero cuando tuvo que recurrir a datos tradicionales específicos abrevó con mayor frecuencia en la tradición hindú que en las otras. ¿Por qué, entonces, no eligió el hinduismo?
Las motivaciones de su decisión —como las de tantas otras actitudes de su vida —han permanecido en la sombra. Chacornac y Sérant han pensado que el islamismo estaba más próximo a Guénon que el taoísmo o el hinduismo y que significó para él una especie de término medio entre la blandura occidental y el rigor del Oriente. Por lo demás, un insalvable escollo para su conversión al hinduismo puede haber sido la institución de las castas.
Obligado a ganarse la vida, durante los años 1914 y 1919 ejerció la docencia en diversas instituciones, desempeñándose principalmente como profesor de filosofía. En 1922 —ya había publicado dos libros, la Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes y El Teosofismo— conoce a Paul Chacornac, quien relató así sus impresiones: "Uña mañana vimos entrar a nuestro negocio de Quai-Saint Michel 21 a un hombre muy alto, delgado, moreno, que aparentaba unos 30 años, vestido de negro, con el clásico aspecto del universitario francés Su rostro alargado, subrayado por un fino mostacho, era aclarado por los ojos singularmente azules y penetrantes, que daban la impresión de ver más allá de las apariencias." (Obra citada, pág. 63-64).
Cuando Chacornac acudió a la casa de Guénon para adquirir libros y folletos neoespiritualistas de los que Guénon quería deshacerse, lo describió así: "El interior era de una simplicidad extrema, que concordaba perfectamente con la sencillez del hombre mismo." En una de las paredes había un cuadro de una mujer hindú y, sobre la chimenea, un extraño reloj masónico; completaban la decoración un piano y una gran biblioteca colmada de libros.
De la misma época es la imagen que ha conservado González Truc: "sentado en un puf frente a la chimenea, su alta talla y su largo rostro le daban un aire oriental perfectamente apropiado a su filosofía". Su conversación era seria, sin ser nunca aburrida, antes al contrario, resultaba apasionante; Guénon la matizaba con una grave ironía o un entusiasmo contenido. Estando en su compañía, "insensiblemente se abandonaba este mundo para entrar en el mundo verdadero, pasando de la representación al principio" 22.
Desde 1924 hasta 1929, Guénon vivió de sus lecciones de filosofía. En 1925, el arqueólogo y simbolista cristiano Louis Charbonneau-Lassay lo introdujo en la revista Regnabit que dirigía el R. P. Anizan. Ese mismo año, pronunció su primera y única conferencia en la Sorbona sobre La metafísica oriental, cuyo texto se publicaría sólo en 1939 23.
Desde 1928 data su colaboración regular en la revista Voile d’Isis, editada por Chacornac, la que, a partir de 1933, cambiaría su nombre por el de Etudes Traditionnelles que ha conservado hasta hoy, publicándose sin interrupción. Voile d’Isis se definía a sí misma como "revista mensual de alta ciencia" cuya finalidad era "el estudio de la Tradición y de los movimientos espiritualistas antiguos y modernos"; Etudes Traditionnelles definió su objetivo como "el estudio de la Tradición Perpetua y Unánime revelado tanto por los dogmas y los ritos de las religiones ortodoxas como por la lengua universal de los símbolos iniciáticos".
En 1930 parte hacia Egipto con la misión de buscar textos sufíes; habiéndose adaptado a los usos y costumbres de su nueva patria y hablando el árabe a la perfección, todos lo conocían por su nuevo nombre Sheik Abdel Wahed Yahia. En El Cairo publicó artículos en la revista El Marifah (El Conocimiento), redactados por él en lengua árabe. En 1928 había enviudado; en 1934 volvió a contraer matrimonio, esta vez con la hija mayor del Sheikh Mohámmed Ibrahim. Desde la blanca casa donde vivía —cuenta Chacornac— se divisaban las grandes pirámides; en su gabinete de trabajo se leía esta frase en árabe "Allah es Allah y Mohámmed es su Profeta". La pequeña pieza que le servía de oratorio estaba orientada hacia La Meca.
El doctor Abdel Halim Mahmoud relata en su libro, escrito en árabe, El filósofo musulmán René Guénon o Abdel Wahed Yahia 24, su encuentro con Guénon en una mezquita: "Comenzó a murmurar como para sí y a sacudirse; poco a poco, sus palabras se hicieron audibles y sus movimientos se intensificaron. Finalmente, se fue hundiendo, hasta abismarse, en el ‘dhikr’ 25. Tuve que despertarlo; entonces, lo sacudió violentamente un escalofrío. Pensé que regresaba de lejanas e ignotas regiones." (y. Chacornac, op. cit., p. 108.)
En 1948 obtuvo, a su pedido, la nacionalidad egipcia y un año después tuvo la alegría de ver nacer a su primer hijo varón (tenía ya dos hijas mujeres). En diciembre de 1950 el doctor Katz, su médico y amigo, lo asistió de unas ulceraciones en la pierna derecha. Superado ese problema se presentaron síntomas de afasia y apraxia y, a los pocos días, graves trastornos cardíacos. El 7 de enero de 1951, a la hora 23, después de haber repetido varias veces "En-nafs jalas" (¡E1 alma se va!), murió Guénon; sus últimas palabras fueron: ¡Alláh, Alláh!
El doctor Katz no supo explicar de qué había muerto pues ningún órgano estaba especialmente enfermo. "El alma partió misteriosamente" —dijo—. Lejos de su Francia natal, de sus amigos de París, en un medio intelectual que no parece haberlo comprendido mucho, muere este cristiano convertido al islamismo, en El Cairo, donde transcurrieron los veinte últimos años de su existencia. En el cementerio de Darassa (en la bóveda de su suegro) yace el cuerpo de Guénon sobre la arena, "con el rostro vuelto hacia La Meca" 26.