Es muy probable que el conjunto de las lenguas indígenas de América se halle revestido de ese carácter "sagrado" que haría a estas remontarse a una lengua primordial y hierática; de la cual también derivarían todas las formas de comunicación tradicionales de nuestra humanidad. El contenido de estas se basaría en aquellos elementos constitutivos, recíprocos e indicativos de la esencia de las cosas y de sus correlativos numerales (evidentemente, que la noción de número escapa aquí a cualquier significación matemática meramente cuantitativa). Esta cualidad de primordialidad las haría consubstanciales no solamente a la raíz misma de todos los métodos similares que se corresponden con otras tradiciones, sino también a una concordancia universal donde se resumirían sintética y simbólicamente aquellos puntos de comparación o equivalencias que de un modo u otro podrían considerarse. Pero, también debemos advertir que esto, evidentemente, sería además, un punto delicado y complejo de tratar ya que podría prestarse a objetivos totalmente ilusorios, precisamente por motivo de las dificultades que entraña el traspasamiento de aspectos especializados de una forma tradicional a otra. Ya que estas, se hallan adaptadas a distintas mentalidades étnicas, además de todo aquello que hay que tener en cuenta respecto de las determinaciones de época y de lugar. De tal modo que, si ya es difícil, por ejemplo establecer las relaciones que distinguen a los distintos períodos de adaptación inherentes a una misma tradición; se ha de comprender mucho mas aún, los peligros de sincretismo que entrañan las comparaciones literales entre diversas tradiciones. Teniendo en cuenta esto, solo nos limitaremos, eventualmente, a una correlación por analogía en las distintas formas, en tanto en cuanto la evidencia sea incontestable por su procedencia cabal y por su índole universal.
Un ejemplo de lo que decimos lo tenemos en el área denominada como "mesoamérica" donde los especialistas distinguen tres períodos: el preclásico, el clásico y el postclásico. Al margen de los inconvenientes creados en la relación de estas designaciones para establecer períodos reales, es posible constatar las dificultades de asimilación de su realidad tradicional en una forma mas o menos completa, lo cual debido a esas readaptaciones aludidas, se genera indudablemente, no pocas ilusiones. Seguramente por esto, entre otras cosas, resulta difícil darse cuenta en que verdaderamente consiste la índole de la intelectualidad amerindia expresada por sus lenguas y en este caso también, por la aritmología o "ciencia de los números", contenida, entre otras cosas, en un soporte calendárico. Es muy probable que en las modificaciones ulteriores el núcleo central de esta enseñanza se haya diluido e incomprendido paulatinamente hasta llegar, por un lado a las interpretaciones cientificistas de hoy en día o por otro lado aquellas divagaciones neoespiritualistas de la moda.
Así para comprender de modo eficiente lo que verdaderamente ha significado la realidad tradicional amerindia debemos constituirnos en interpretadores cabales de los rasgos primordiales de su simbolismo aún diseminado de modo evidente y con ciertas posibilidades de erigirse en eficaces datos tradicionales. A este respecto cabe recordar que en el mismo sentido de esos datos tradicionales podemos informarnos sobre la naturaleza de cada letra que es al mismo tiempo un número y que primeramente simbolizan a las esencias del universo; al mismo tiempo que pueden aplicarse tanto cosmogónicamente como al punto de vista de la teomaquia, y, también, sobre todas aquellas relaciones que corresponden a la naturaleza de las cosas de nuestro mundo. De este modo, podemos constatar como estos dos últimos aspectos eran comprendidos dentro de los antiguos sistemas de escritura pictográficos, ideográficos, fonéticos y simbólicos, (citemos como un ejemplo aquel inscripto en las denominadas "estelas de los danzantes" de Monte Albán en Oaxaca) también de aquellos registros jeroglíficos (por ejemplo el witz "glifo del cerro" de extraordinaria perdurabilidad y utilizado para marcar las localizaciones representativas del centro primordial. También, por otro lado, el caso de la combinación de glifos calendaricos con puntos y barras) y el caso tan popular, aunque no muy bien conocido, de los calendarios "mesoamericanos" propiamente dichos.