El dato tradicional y la cuantificación moderna

Oscar Freire

El término "dato", por sus variadas sinonimias y por sus adaptadas funciones en el mundo contemporáneo (por ejemplo, aquello que lo relaciona a una gran cantidad de información procesada a alta velocidad), es uno de aquellos referentes que hoy mayor convocatoria despierta en las sociedades informáticas (1) y, es también, el que mayor predicamento desarrolla en el contexto que anima las aplicaciones neonominalistas de corte tecnocrático caracterizadas por esas mismas modalidades en el procesamiento de textos, en la comunicación o información modernas que hoy todo lo invaden .

Sin embargo, como veremos en el curso de nuestro comentario, es posible constatar que los orígenes incorruptos de dicha voz expresan en la mayoría de las lenguas premodernas antecedentes de muy otro orden y en estrecha relación con la misma esencia de las cosas. Antes de ello, vayamos señalando que, en cualquiera de sus sinónimos aplicados contemporáneamente (2) dicho término, de manera general, es comúnmente asociado a todo lo que se refiera a un suceso o acontecimiento, por lo cual, es el modo que nos revela su estrecha conexión con la sucesión o el acontecer y, por extensión, con la generación de accidentes o el movimiento.

Evidentemente, a la luz tradicional, estos últimos usos contemporáneos terminan por abstraer singularmente el contenido original y cualitativo de las palabras (como sucede, por ejemplo, con uno de los antecedentes de información en el latín in-formare o "dar forma") en pro de esos aspectos que implican aquellas variaciones de cantidad y de velocidad tal como se han venido posesionando en el mundo moderno por medio del desarrollo y la expansión de dicha tecnología de la comunicación.

Entre otros motivos, es probable que esto, también tenga algo que ver, con una serie de corrupciones sucesivas originadas a partir de la voz latina datum (3) (lo que se da) entendida "como unidad mínima entre las que se compone una información" (4). De dichas corrupciones suelen derivarse algunas confusiones semánticas que han logrado objetivarse ampliamente en términos de "lugares comunes". Un ejemplo de ello, quizás pueda mejor apreciarse, en algunas variaciones familiares como el caso de data (datos) que cumple la función de plural, pero que, entre otros, se la suele utilizar erróneamente en modo singular en algunos idiomas modernos como en el inglés.

Es probable que, de esa concepción mental, asimilada a lo cuantitativo, de "mínima unidad de información" (como antecedente necesario de algún conocimiento) que hemos visto surgir en la modernidad y que, convencionalmente (en carácter de desviación) se ha establecido en lo que representa el participio del verbo "dar" (lo dado) como un "código" preeminentemente formalista, se lo haya hecho derivar de la palabra latina para representar al sentido moderno de "dato" y poder así relacionar las acumulaciones de entidades informáticas como ser puntos, números, palabras, frases, libros, imágenes, etc., llegando a conformar aquel sentido de una estructura cuantitativa de almacenamiento llamada "banco de datos" o databas (base de datos) cuyas relaciones léxicas (5) expresan nítidamente el límite de paroxismo al que se ha llegado en relación al "Reino de la cantidad" (6) donde todo es censado, contado y registrado.

Naturaleza del movimiento

Destaquemos que este breve prolegómenos, sobre algunos aspectos de esa dicción moderna, no sólo nos ha de permitir esbozar al menos parte de su verdadera naturaleza, sino también, el poder aludir a ciertas secuelas y consecuencias ineluctables que ya, desde hace algún tiempo, vienen modificando el orden sensible o los mismos soportes naturales de nuestro mundo en tanto, intentemos también efectuar aquí, una correcta traducción particular sobre la índole de la comunicación o información y en cuanto le otorguemos, en alusión a lo que decíamos, una subcategoría de movimiento tal como, por ejemplo, digamos, podría ser ello entendido por una mentalidad intelectual del siglo IV a.J.C., ya que para una mentalidad moderna se presentaría esta cuestión, en términos generales y por defección metafísica de los lenguajes actuales, como una expresión antigua, verdaderamente enigmática o irresoluble.

En efecto, en el siglo IV a.de J.C., ya Aristóteles consignaba en su Física algunas consideraciones sobre la naturaleza del movimiento, entre las cuales una fue considerada por la posteridad como confusa, harto-compleja e irresoluble. Esta, precisamente, definía tantos tipos de movimientos como significados o sentidos hubiera o se destilaran de las palabras familiares de "esencia" y "existencia" (por ejemplo V.S. "ser", "es" y V.Intr. "existir", "está", etc.).

Evidentemente, que la consideración de este concepto universal de movimiento no puede mas que resultar casi irresoluble para una mentalidad general que se ha visto obligada a operar con los modos asociativos secundarios de las diferentes lenguas modernas, ya que dichas asociaciones conducen, irremediablemente, a las obligadas confusiones de sentidos, puesto que ellas difieren en los conectivos oracionales de cada una de dichas lenguas.

De tal modo, que se hallan a la vista las evidencias de que esto se ha agravado a partir de los finales del siglo XV tomando su ímpetu desarrollista a mediados del siglo XIX, entre otros, por ejemplo, con lo que "filosóficamente" se ha venido entendiendo o si se quiere convirtiendo en lenguaje artificial, (7) modo mental formalista, "método axiomático" o simplemente "la teoría de cuantificación" Frege quien con su Begriffsschrift (conceptografía) publicada en el año 1879 ha marcado un hito en tal sentido, ya que sus definiciones seriales y de secuencia no difieren mucho de las posteriores proposiciones básicas de la lógica moderna ni de las actuales aplicaciones de la teoría de la comunicación, "telecomunicación" o información en relación a aquello que decíamos sobre ciertas consecuencias derivadas de la acumulación cuantitativa y de la velocidad.

También conviene señalar de paso, en este punto de nuestro comentario, otro aspecto casi insospechable y que pueda quizás aportar elementos de valor que ayuden a una mejor comprensión sobre la índole y las determinaciones de dicha teoría de la comunicación moderna en un orden de enunciados cualitativos que trascienden la conveniencia utilitaria o no de sus usos y aplicaciones.

Se refiere ello a la intervención de ciertas "idealizaciones" derivadas de esa incomprensión del concepto universal de movimiento que marcábamos mas arriba y cuyo olvido o abandono ha dado lugar a esa revolución científica y filosófica resumida en las leyes de Newton utilizadas luego por Laplace para transformar el universo manifestado en una suerte de "máquina explicable".

Así, las leyes de Newton, en sus cuatro definiciones fundamentales, resumidas someramente en las relaciones de masa, fuerza, velocidad y atracción que constituyen, aún hoy, las bases del proyecto de máquinas, de la Aeronáutica, de la Astronomía y del diseño de la cohetería y misilística, exponen plus minusve parte de lo que queremos decir respecto a un concepto parcial y a-posteriori del movimiento entendido exclusivamente y como modalidad característica de la mentalidad moderna.

De tal modo que, si a las idealizaciones mecánicas de Newton le añadimos las idealizaciones eléctricas de Maxwell, quien ha conformado la "teoría de redes" (8) cuyas resultantes matemáticas fueron paulatinamente aplicándose a esas idealizaciones mecánicas y a la acústica, junto a sus "ecuaciones", para terminar describiendo el "comportamiento eléctrico" de cualquier estructura física, tendremos aquí, esquemáticamente esbozados no solamente los orígenes de la teoría de la comunicación, sino también la base de las actuales aplicaciones teletópicas, particularmente, en sus paralelos entropicos que, entre otros, revelan a la luz tradicional la verdadera naturaleza de la cantidad y de la velocidad, tanto como la cualidad y el rumbo del movimiento estrechamente concatenados con aquellas determinaciones que aceleran el tiempo y contraen el espacio y de las cuales, tan sólo uno de sus efectos sensibles y secundarios se resume en la conmutación de la duración o en un accidente de transferencia que ha superado los estadios normales de transportación viajando ya, (dispénsese el usar "ilustrativamente" los términos "científicos") "estáticamente" a la velocidad límite de las "ondas electromagnéticas".

Los investigadores interesados en profundizar este punto, no hallarán dificultades en reconocer aquí la envergadura de todo un simbolismo muy conocido, mas el aporte de aquello que encierra la noción moderna del término "dato" y que, en parte, hemos mencionado a modo de resaltar, primeramente, su contraposición respecto del "dato tradicional" y, luego, su relación con el movimiento o con el "fluir" de las cosas que, en estado de acentuada accidentación, aumenta el impulso en velocidad hacia el grado crítico o punto de inflexión.

De este modo, en la consideración de nuestros rápidos puntos introductorios, quizás sea posible el arribar o al menos aproximarse a la comprensión de la naturaleza del movimiento definida por Aristóteles y según citábamos, ya que el dato tradicional que este aplicaba, tal como veremos confirmado en nuestras conclusiones, se refería a uno de los atributos descriptivos relacionado en un primer orden, por oposición, a la noción de essentia o trascendencia absoluta.

En relación a ello y contrariamente a lo acaecido mas tarde entre los comentaristas occidentales, podemos citar como un ejemplo, que esta misma noción parece haber seguido sus cauces normales entre los comentaristas islámicos de Aristóteles quienes la asimilaban a la palabra árabe Dhat para significar la Esencia de Dios, en oposición a sus atributos.

El dato tradicional

Ahora bien, por todo lo expuesto, creemos ya oportuno, el plantear algunas consideraciones sobre la naturaleza de lo que es entendido, en un sentido mas o menos preciso, como "dato tradicional" o aún cuando este toma el carácter mas general de "bibliografía tradicional", lo cual requiere, quizás, de una serie de consideraciones y de citas que contemplen no solamente el rigor técnico en la expresión de sus formalidades, sino también lo que debe representar a un estado de conocimiento intemporal como significando al orden inmutable, al núcleo invariable e indestructible que es inherente a la supraesencialidad de la noticia que nos trae toda tradición verdadera

En efecto, tomando ahora en cuenta a las concepciones tradicionales hindúes y según René Guénon:

"La palabra akshara, en su acepción etimológica, significa «indisoluble» o «indestructible»; si la sílaba se designa con esta palabra, es porque es ella (y no el carácter alfabético) lo que se considera como constituyendo la unidad primitiva y el elemento fundamental del lenguaje; toda raíz verbal es por lo demás silábica. La raíz verbal se llama en sánscrito dhâtu, palabra que significa propiamente «semilla», porque, por las posibilidades de modificaciones múltiples que conlleva y encierra en sí misma, es verdaderamente la semilla cuyo desarrollo da nacimiento al lenguaje todo entero. Se puede decir que la raíz es el elemento fijo o invariable de la palabra, que representa su naturaleza fundamental inmutable, y al cual vienen a agregarse elementos secundarios y variables, que representan accidentes (en el sentido etimológico) o modificaciones de la idea principal" (9).

Esto mismo que, alecciona en términos generales, y en el sentido tradicional da una correcta y precisa orientación sobre la naturaleza de una lengua sagrada y sobre sus capacidades representativas y operativas en tanto en cuanto esencia, substancia y accidentes; nos corrobora además, los rasgos fundamentales que hemos intentado trazar en el punto particular de nuestro estudio, que ya, en una misma línea orientativa, no sólo nos permite relacionar, válidamente sólo para la semblanza explicativa, las Ideas del silencio supraesencial y del sonido primordial (10) sino también a esos "elementos secundarios y variables" que representan las modificaciones y accidentes y que, aparentemente, tal como hemos consignado, van agregándose en el curso del movimiento cíclico.

Curso o movimiento que, sin embargo, no altera la esencia de esa pronunciación principial o vibración sonora primordial como cualidad de la Divinidad, causa y origen de toda afirmación y de todo nombre ya que:

"Para la descripción detallada de estos estados, no tenemos más que remitirnos al texto de la Mândukya Upanishad, cuyo comienzo ya hemos citado más atrás, a excepción no obstante de una frase, la primera de todas, que es ésta: «Om, esta sílaba (akshara) es todo lo que es; su explicación sigue». El monosílabo sagrado Om, en el que se expresa la esencia del Vêda, se considera aquí como el símbolo ideográfico de Âtmâ..." (11).

De este modo tenemos expresado aquí uno de los significados tradicionales de lo que encierra la palabra <> y, por extensión, <>, ya que en su cualidad superesencial remite a la trascendencia absoluta y en su carácter supersintético puede contemplar la existencia sin divorciarla de su principio superior, ya que pertenece a akOEliko dhOEtu o a esa "substancia eterna" a la que solía referirse el propio Buddha.

Por otro lado, en el esoterismo islámico esto es magníficamente expresado como que "La "Cualidad de Divinidad" corresponde a la "Madre del Libro" (umm al-kitâb), como la Unidad (al-ahadiyah) corresponde al "Corán" (alqur’ân), la Unicidad (al-wâhidiyah) a la "Discriminación" (al-furqân), y la Clemencia (ar-rahmâniyah) al "Libro Glorioso" (al-kitâb al-majîd). O también, según el antiguo simbolismo en uso entre los iniciados, la "Madre del Libro" es la "Sustancia principial" (mâhiyatu kunhi-dh-dhât) (12).

Igualmente, en este orden de citas que agregamos al punto particular de nuestra anotación, no podríamos dejar de mencionar el resumen revelador de Titus Burckhardt quien, en uno de sus comentarios del mismo libro dice: "La doctrina de ‘Abd al-Karîm al-Jîlî acerca de las Realidades divinas que se extienden en el universo y se resumen en cierto modo en el "Hombre perfecto" u "Hombre universal" (al-insân al-kâmil) tiene como punto de partida la distinción, clásica en la teología musulmana, entre la Esencia (adh-dhât) y las Cualidades divinas (aç-çîfât)".

Conclusiones

Evidentemente, además del ejercicio de la cuantificación moderna, sólo hemos tocado una simple arista de este tema imposible de agotar, nos hemos limitado a señalar algunas asociaciones del término español "dato" que, como se sabe, son casi las mismas que se pueden hallar en todas las lenguas "romances" que en alguna circunstancia pudieran haber estado bajo las correspondencias léxicas del latín datum, el cual, a su vez, tal como se ha visto, guarda, al menos, singulares y significativas relaciones con el simbolismo fónico de diversas lenguas sagradas de las que solamente hemos citado, como ejemplo, los casos del sánscrito y del árabe.

Sabemos que los interesados en profundizar estas cuestiones podrán hallar incontables referencias de todo tipo, como el caso que confiere a la voz "Dato" dignidades sacerdotales, regias y administrativas en multitud de sociedades orientales que se remontan a imprevistos indicios de los denominados "arcaicos"; y de los cuales se podrá también inferir gran parte de lo que aquí queríamos destacar, en relación a las cualidades que constituyen el "dato tradicional" que forma una regularidad, proporción y correspondencia con el objeto que se intenta representar, cuyo carácter intelectual, es designado generalmente como síntesis de la verdad primordial que transmite principios por medio de los mas diferentes canales; y que pueden, bajo esos mismos principios, desplegar los operadores de analogía del simbolismo tradicional constituidos por ciertos elementos de los cuales, cada uno de ellos, resume el carácter de una "imagen verdadera" en el sentido de portar, realmente, una porción de la Verdad que representa.

Tal es uno de los motivos, por lo que todo dato tradicional reporta a la esencia o al principio y se refiere al conocimiento unificado por medio de las verdades generales preeminentes que están mas allá de los procedimientos utilizados para describir los detalles y las líneas de dependencia de las partes, quedando superado todo conocimiento analítico por la verdadera razón de las cosas, las cuales, en este caso, son nombradas en términos no ilativos a las habituales nominaciones del ámbito distintivo de la contingencia; ya que, por síntesis, reabsorbe así, trascendiéndolas, a toda potencialidad, contrariedad o sucesión, superando las condiciones correspondientes a su naturaleza particular y conservando sólo aquello relacionado con el objeto del cual dice y que, en rigor, es lo único necesario, por analogía inversa, algo indecible e incomunicable.

Notas

(1) Si bien el concepto de "sociedades informáticas" en relación a "las empresas de telecomunicaciones", a "las industrias electrónicas"y a "las empresas de datos" se resumen en un giro vertiginoso de crecimiento en velocidad acaecido en la década de los 90, es posible, sin embargo, localizar los inicios o el cambio de ritmo del segmento de subciclo correspondiente, a mediados del siglo XIX, precisamente en el año 1865 con la fundación en la Capital de Francia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la que comenzaría un aumentativo crecimiento algo mas tarde, en el año 1876, con la creación del teléfono por parte del inglés Alexander Graham Bell.

(2) Sinónimos donde se constata el elemento temporal como, por ejemplo, en antecedente o noticia, documento o nota e información.

(3) En el contexto teológico de la escolástica medieval al término datum se lo relacionaba directamente con el "hecho histórico", pero bajo las condiciones de la profunda realidad de las verdades trascendentes, por lo cual el devenir mundano, la sucesión o el movimiento accidental se hallaba integrado (y, de alguna manera controlado) , por así decirlo, dentro de la escatología tradicional. En otro de los tantos aspectos a considerar, podríamos mencionar, en la Iglesia antigua, una de esas relaciones del datum con el método de la traditio, es decir, lo que, por consiguiente, en cierto modo, es el testimonio. En tal sentido, el datum se comunica de testigo a testigo. Aún hoy se recuerda a San Pablo usando los mismos verbos paradidomai-trasmitir y paralambano-recibir para hablar tanto de la institución de la Eucaristía [1 Cor 11,23] como para anunciar la Resurrección de Cristo como acontecimiento esencial de la transmisión de la noticia [cfr. 1 Cor 15]. «Aquello que a mi vez he recibido os trasmito».

(4) En la consideración precisa de la composición de esta frase ha de apreciarse nítidamente una operación de cuantificación verbal de la noción tradicional, ya que el sentido original latino refleja en alguna medida, el sentido primordial rigurosamente consignado en toda tradición verdadera, como, por ejemplo, el "Dador de las formas" del esoterismo hebreo o "lo que se da" que también se establece en el Rg Veda Samhita X 129: "Qué rastro se tendió abajo, y qué rastro se tendió arriba?. La Semilla era, la Omnipotencia era: el Poder Intrínseco abajo, la Voluntad Dadora arriba. 5." Ver versión completa en el trabajo "Sobre la Traducción" de Ananda K. Coomaraswamy.

(5) "Utilizar datos", "manejar datos", "barajar datos", "contraste de datos", etc.

(6) En referencia a "El reino de la cantidad y el signo de los tiempos" de René Guénon (Ediciones españolas Ayuso y Paidos)

(7) Ver "El simbolismo del lenguaje" en el semanario telemático Webislam, sección Pensamiento, Nº 165

(8) "Electricidad y Magnetismo", 1873, de James Clerk Maxwell, quien, entre otras cosas, presentó la teoría moderna del desplazamiento de las ondas electromagnéticas a la velocidades la luz, lo cual fue mas tarde, demostrado "experimentalmente" por Hertz y de donde, luego, se llegó a establecer que la luz pertenece a una clase de onda electromagnética

(9) "El hombre y su devenir según el Vedanta", Cap.XI, N4, René Guénon,

(10) En relación a esto mismo y también como aporte preciso al punto particular de nuestra anotación citamos el parágrafo 6º de la Brhadâranyaka Upanisha I.2, 1-7: "El, la Muerte, la Privación, quiso, <>. Por medio del Intelecto hubo un conocimiento carnal de la Palabra inhablada. Lo que era la Semilla, eso devino el Año. Antes de eso no había ningún Año. El le parió durante tanto como dura el Año, a medida que esa longitud de tiempo salía de el.". La versión completa ha sido transcripta por Ananda K.Coomaraswamy en su trabajo "Sobre la Traducción"

(11) Idem.

(12) "Del Hombre Universal" - Cap. "De la cualidad de Divinidad", (ver también notas 3 a 10 en el texto original).