Creemos que la mejor manera de hacer referencias sobre las tradiciones de la gente indígena de América es sustraernos, en cierta medida, a los actuales estereotipos culturales que se han tejido en torno de ellos, y que una vez confrontados entre sí, producen ese inevitable sincretismo siempre formalista donde se hace casi imposible hallar la orientación o un entendimiento mas o menos cabal del núcleo intelectual que siempre ha animado a la realidad amerindia. Por tal motivo, intentaremos sólo atenernos al "dato tradicional", es decir, al sentido primordial de los símbolos fundamentales aborígenes y desarrollar, aunque sumariamente, algunos aspectos de coincidencia de dichos símbolos, no sólo con las determinaciones que forman nuestro mundo, sino además, con todo aquello que nos permita vislumbrarles en las antípodas del mencionado sincretismo. Es decir, en tanto en cuanto expresen concordancia o aptitud de síntesis universal y soporten posibilidades de "conocimiento metafísico"
En ese sentido, se sabe que el primer requerimiento tradicional, considerado como imprescindible para quienes aspiren a lo que se denomina como "conocimiento metafísico", es la posesión de un estado de "intuición intelectual" que cancele la "conciencia temporal" o la sucesión aparente de las cosas. En cierto modo, ello sugiere en una primera aproximación, la "suspensión de movimiento" en tanto este se corresponda como característica principal del tiempo y en cuanto otorgue la idea aparente de los móviles que se desplazan a lo largo de su trayectoria; generando la ilusión de los fenómenos "que sólo pasan", en carácter de fragmentos, en forma que "nunca puedan reunirse". Este ámbito, denominado por Aristóteles como "mundo sublunar" (1), en incesante "generación" y "corrupción", es el que se identifica con el devenir del mundo físico que corre sin contención en continuo anonadamiento del pasado. En realidad, dicho devenir es el que hay que tomar como "sucesión" propiamente dicha y cuyas partes fenecen inexorablemente.
Con relación a ello, según la enseñanza tradicional, la superación o trascendencia del "mundo sublunar" es lo que se corresponde con la restauración del "estado primordial" (designándose del mismo modo algunas aproximaciones previas) (2) como etapa preliminar de una segunda fase que va mas allá de la individualidad y de la cual ya no se regresa a la rueda de los ciclos de existencia o de manifestación (3).
Como no podía ser de otra manera, todas estas cuestiones están contenidas y tratadas dentro del aspecto de las duraciones, del simbolismo y de la metafísica amerindia. Si bien ya hemos hecho sobre la concepción indiana de las duraciones algunas indicaciones en cuanto a la coincidencia de esta con las cosmovisiones tradicionales (es decir, con todas las que cualifican dentro de la herencia primordial), convendrá advertir que es uno de aquellos puntos que siempre ha de surgir (como veremos mas adelante) en cualquiera de sus relaciones, ya que de manera inagotable, y con mayores o menores matices, ha de conectarse con un tema de fundamental importancia para las sociedades aborígenes.
Ello implica a las partes relevantes de la doctrina del "Hombre Universal" contemplada a través de los ciclos temporales desde el origen primordial; y siempre revestida con los ropajes autóctonos de todas las latitudes, ya sea en su dimensión interna por las diversas sociedades sagradas y organizaciones tribales o ya exteriorizadas por las comunidades tradicionales propiamente dichas. Es innegable que la desaparición sistemática de estas sociedades - producto de las modificaciones globales de nuestro mundo, ejercidas desde hace varios siglos, por influencia de la mentalidad moderna - impide la comprensión cabal de su idiosincrasia, de su verdadera índole espiritual, de su profunda razón de ser y de su entrañable coexistir con la causa y con la sustancia específica del mundo circundante. No obstante ello, en el caso de los indios de América, sobrevive aún la herencia de sus símbolos, y es aún posible tomar contacto, aunque raramente, con alguno de los pocos herederos legítimos que aún quedan de esa sabiduría indiana.
Esto, en alguna medida, podrá aportarnos junto a la inapreciable ayuda de la concordancia universal, una suerte de reconstitución representativa de los aspectos mas sobresalientes de lo que mencionábamos y de algunas de las expresiones mas originales de la geografía sagrada, de la teogonía, de la cosmogonía y aún de la cosmología y de la metafísica de los diversos pueblos prehispánicos.