Sobre la idea tradicional del "tiempo"

Oscar Freire

(Sobre figura, ver notas.)dodecaedro

Introducción

Entre las tribus del ártico (impropiamente denominadas como "esquimales") (1) aún es posible constatar uno de los tantos ejemplos de la condición no particularizada del "tiempo". Así, dentro de la visión tradicional de los inuit (cuyo significado real es "la gente" o también "los hombres") narran algunos ancianos, sobre la virtud de "escuchar el silencio" que ocurre luego de extenderse por el horizonte un blanco manto polar, es decir, después del congelamiento de los lagos y de sufrir el frío existencial.

Precisamente, el término técnico toursarfirt (literalmente "se oye el silencio"), además de su connotación puramente metafísica (en cuanto a la noción de "tiempo distante" o "el presente eterno" en su relación con el tshishhtashkamuku o "centro primordial"), es también utilizado para designar la fase final del año (aproximadamente en noviembre-enero). Dicha fase coincide, en cierto modo, con el periodo inicial (aproximadamente en febrero-marzo) denominado sekiliniak ("aparece el sol") mediante el cual vuelve a girar la rueda cosmológica inuit dividida en seis períodos principales donde el clima y el ciclo de migración de las aves juegan un importante papel dentro del simbolismo tradicional

Probablemente, este primer ejemplo de los inuit, ha de permitir apercibirnos que la palabra "tiempo", utilizada como sujeto gramatical es un hábito que podríamos adjudicar enteramente a las limitaciones de los usos verbales que conciernen a la mentalidad moderna, ya que la índole arbitraria de los convencionalismos no permite relacionar adecuadamente la naturaleza transitoria de las imágenes en movimiento, y mucho menos la permanencia en el presente y en la unidad de su modelo, cuales sí en cambio, son tomados en cuenta por los usos verbales que se predican de toda mentalidad simbólica (2) en aquel aspecto tradicional de la idea del "tiempo" y por el cual ha sido considerado como una determinación cualitativa, es decir, concebido conjuntamente, en tanto el sentido de todo uno o "como un continuo, con la eternidad", en cuanto el presente "real", y no como una durabilidad infinita.

De este modo, se desprenden las múltiples aplicaciones análogas que relacionan simbólicamente a las expresiones tradicionales en sus aspectos naturales y supernaturales de las cuales podríamos mencionar, entre una gama inagotable de nociones asociadas a la idea de "tiempo", aquellas mas representativas de "año", "cielo" "círculo" o "día" como también las de "espacio", "movimiento, "mundo", "sabiduría" o "sol" (3).

En tal sentido, la atribución verbal que correspondería, entre diversas sociedades tradicionales, coincidiría en el hecho de comprender un elemento de síntesis capaz de abarcar indistintamente aquello cuyo carácter se expresa como potencia en lo manifestado y que permanece, a la vez, como simplísima esencia.(4)

Para comprender cabalmente esto último, se hace necesario despojarse del hábito "existencialista" de las hablas modernas e intentar penetrar el verdadero sentido de las expresiones tradicionales, las cuales conllevan la virtud de sintetizar en cada uno de los elementos que conforman la diversidad de sus voces, tanto la concurrencia accidental de las cosas en el tiempo, como su coincidencia o simultaneidad esencial mas allá de este y en el sentido de consignar, no como son en sí mismas, sino propiamente, en su "verdadera naturaleza".

Esto mismo ayuda a confirmar que, los símbolos e implícitos concernientes a la idea proverbial del tiempo, evidentemente, contrastan profundamente con las recientes teorías de la física y de la matemática (5) en tanto aborden (en relación a una insubstancial definición no tradicional de eternidad) las permanentes aporías y arbitrios de una exclusivista categoría de "tiempo homogéneo" (6) en sus distintos enfoques cuantitativos, como ser: una evaluación convencional uniforme, una visión "calendárica" imaginaria o una "linearidad" abstracta ya que, la concepción tradicional del tiempo es, además, esencialmente de carácter cíclico, y comprendiendo simbólicamente, (debido a las permanentes y necesarias correferencias entre el Macrocosmos y el microcosmos) a una serie de fases porque pasa distintos procesos de duración en orden descendente (7)

Tales son, a grandes rasgos, algunos aspectos de dicha concepción, y cuyo in principio, desde el punto de vista tradicional de la metafísica, no se condice en rigor con un "comienzo en el tiempo", ya que, por atemporal este no puede predicarse de "algo" que exista en un "fluir temporal", sino que debe comprenderse, tal como aludíamos, bajo la significación de una determinación cualitativa o reiterando la referencia al bien decir de Coomaraswamy: "como un continuo, con la eternidad" (Idem, nota 3)

Ciclo = Círculo

Por otro lado, la naturaleza cíclica de la manifestación se vislumbra en la curvatura de la fase final de las procesiones en cuanto a la tendencia a integrarse con su fase inicial. Esto se explica en ese carácter intemporal que expresa el mismo término de ciclo prefigurado por el punto de inflexión fundamental donde "el comienzo" y "el final" entrevistos como sus dos hitos extremos pasan instantáneamente a un estado de inmutabilidad, en el sentido de una rigurosa reciprocidad analógica que otorga la idea del instante único o, si se quiere, (en términos espaciales) la idea del centro propiamente dicho.

Evidentemente, la cuestión que atañe al dato tradicional correspondiente, queda eficazmente refrendada desde el punto de vista de la referencia geométrica la cual, como decíamos, involucra al mismo término de "ciclo" (proveniente del lat. cyclus y este del gr. kyklos), es decir, literalmente "círculo".

Como se sabe, la figura del círculo es portadora de inagotables aspectos de compleja significación por lo cual desde el punto de vista principial conviene evitar identificarla literalmente con una representación del cosmos, es decir, confundirla con la circunferencia o con la rueda cósmica. De tal modo que, la primera representación estática del círculo en geometría plana se corresponde con el cero metafísico o con la esfera primordial (8) que comporta el punto sin dimensión en coincidencia con el mismo centro de todas las cosas en carácter de síntesis e "indiferenciación", y a partir del cual puede sí, gestarse un desarrollo extensivo, actualizando el caos primordial y la realización de los mundos (9), de los cuales el nuestro, y según analogía, presenta cualificaciones tales como "el tiempo" y "el espacio" en sus concepciones tradicionales (10).

El círculo estático o el cero en el simbolismo geométrico comprende un plano vacío al que no se puede otorgar ninguna atribución numérica. Igualmente, el punto sin dimensión al reflejar una unidad innumerable es concebido como plenum, y por tanto en los contextos metafísicos no puede dejar de ser una homologación del mismo cero

Inclusive, lo que deriva de ello, en tanto las instancias lógicas en sus aspectos meramente secundarios en cuanto la analogía con las formaciones naturales puede constatar una explicación en la órbita del conocimiento teórico y del simbolismo tradicional, ya que, en cierto modo y desde el punto de vista del estado humano, no deja de ser un paso previo hacia la remisión de la multiplicidad indefinida en la unidad innumerable, es decir, la aprehensión de la equivalencia de los términos o de la simultaneidad de las cosas mediante la concentración metafísica que es rigurosamente una intuición no-espacial y no-temporal.

Al respecto, no otra cosa expresaba el abate Nicolás de Cusa en su exposición sobre "La transposición del círculo a la Unidad": Pues toda diversidad es, en lo máximo mismo, identidad. De donde su potencia siendo la más una, es también la mas poderosa. Tan grande es ciertamente su permanencia muy una que, en ella, lo pretérito no es algo distinto de lo futuro, y lo futuro tampoco respecto de lo presente, sino que son la permanencia muy una o eternidad sin principio ni fin. Pues tan grande es en lo máximo el principio, que también el fin es, en ello, principio. Todo esto lo muestra el círculo infinito eterno, sin principio ni fin, indivisiblemente lo mas uno y lo mas abarcativo. Y puesto que tal círculo es máximo, también es máximo su diámetro. Y dado que no pueden darse varios máximos, tal círculo es de tal manera lo más uno, que el diámetro es la circunferencia. En verdad, el diámetro infinito tiene su punto medio infinito. Ahora bien, el punto medio es el centro. Por lo cual es evidente que centro, diámetro y circunferencia son lo mismo. A partir de lo cual se le enseña a nuestra ignorancia que lo máximo es incomprensible: a ello no se opone lo mínimo. Ahora bien, en ello el centro es la circunferencia" (11).

Mencionemos que, en general, ya sean radios, circunferencias o la indefinida gama de figuras inscriptas quedan, por reducción indefinida, integradas al punto central o a su plenum, y por lo cual es posible vislumbrar estas razones universales que expresan la representación del círculo por el centro y la totalidad de la rueda por el punto axial.

Por otro lado, anotemos que, del término plenum deriva "el principio de plenitud", aludiendo a la totalidad de las formas reducidas a su "modelo" de donde se infiere que el Uni-verso (uno y múltiple) es un plenum formarum, un Uno continuo, aún contemplado desde el punto de vista tradicional de la gradación (estados múltiples del ser).

En tal sentido, impecables resultan las narraciones aborígenes sioux de las praderas norteamericanas: "El Gran Espíritu hizo que todo fuera circular. El sol y el cielo, la luna y la tierra son redondos como escudo, el cielo además es hondo como un cuenco. Cuanto respira es redondo como el cuerpo de los hombres. Cuanto crece de la tierra es redondo como los tallos. Si así lo hizo El Gran Espíritu, los hombres deben considerar al círculo sagrado, pues es el signo de la naturaleza. Es el signo de los cuatro confines del mundo y de los vientos que entre ellos vuelan. También es el signo del año. El día y la noche, la luna, dan vueltas en el cielo. El círculo es el signo de los tiempos. Por eso los oglala y los demás hacen redondos sus tipis. También sus campamentos son circulares y se sientan en ruedas durante las ceremonias. El círculo es el refugio de la casa. Los adornos en forma de círculo representan el mundo y el tiempo. Cuando los hombres se sientan en un círculo alrededor de una fogata para fumar la pipa sagrada, la pasan de uno al otro y dicen: En círculo te paso esta pipa, a ti que con el Padre vives; en círculo hacia el día que comienza; en círculo hacia el hermoso, en círculo completo por los cuatro lugares del tiempo. Paso la pipa al Padre, con el cielo. Fumo el Gran Espíritu. Séanos dado tener un día azul" (12)

Conclusión

Así, en las expresiones inherentes a todo lenguaje primordial la idea tradicional del "tiempo" no constituye formas de "temporalidad" (en tanto condición corpórea y multiplicidad como categorías de imágenes fenoménicas), sino a revelar el sentido de eternidad. Si el Verbo divino reside en todo lenguaje primordial puede, como sentido esencial, ser correctamente alcanzado. Ya lo decía el maestro Eckhart para quien los tres obstáculos que impiden comprender la palabra eterna son, precisamente, lo corporal, la multiplicidad y el tiempo: "El que traspasara estos tres obstáculos, moraría en la eternidad y en el espíritu" (Sermón 12). En relación a un sentido tradicional de las voces, para Eckart, no hay diferencias entre el día del alma (en su primera manifestación) y el día de Dios: "Cuando el alma mora en el día que conviene a su propia naturaleza, conoce todas las cosas fuera del tiempo y del espacio, y nada le es cercano ni lejano. Por eso dije que todas las cosas son igualmente nobles en ese día. Si fuéramos a decir que Dios creó el mundo ayer o que lo creará mañana, estaríamos locos. Dios crea el mundo y todas las cosas en su eterno presente" (Sermón 10). De este modo, es posible vislumbrar la conexión de los términos tradicionales (algunos de los cuales hacíamos referencia al principio) en calidad de pre figuraciones o soportes del núcleo de la cuestión, es decir del instante presente esencial. Las aserciones de Eckhart coinciden plenamente con la idea tradicional al sugerir que "el tiempo está siempre en el instante presente": "Como el cielo se mueve de forma circular, el día comienza en la primera vuelta. Y entonces el día del alma se produce en un instante presente" (Ibid).

Sobre el tema, no otra cosa exponía Platón al referirse en los siguientes términos: "Dado que el mundo es una imagen del Viviente perfecto, y que este es eterno, el Demiurgo lo dotó de una imagen de la eternidad, a saber, el tiempo, que es una perpetua marcha medida numéricamente (por días, meses y años), y que se ha engendrado junto con el mundo. Las formas del tiempo son el pasado y el futuro, que a veces al hablar aplicamos incorrectamente a lo siempre existente, a lo cual siempre corresponde el presente" (Timeo, V).

Igualmente, en la autoridad de San Agustín, no solamente se advierte la aplicación del sentido primordial en lo que al tiempo concierne, sino se corrobora además, el modo circular en que los términos tradicionales están relacionados a su principio: "En vez de decir, pues, que existen tres tiempos: el pasado, el presente y el futuro, se debiera decir, si la expresión se permite, que existen tres tiempos: el presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro. Estos tres modos están en el espíritu, y no los veo en otro lugar" (Confesiones, XI, XX)

Tal lo que sugieren, en sus diversas e inagotables modalidades, las representaciones circulares de la tradición universal, prefiguradas particularmente en las que expresan una revolución de los círculos sobre su centro (en general correspondientes al tiempo o mas propiamente a la duración cíclica).

De hecho, y en relación al "esquema universal de manifestación" de las concepciones tradicionales, específicarmente en lo que atañe a la noción circular del tiempo se excluye, como decíamos, cualquier alusión a un sujeto gramatical inherente a una visión parcial y autónoma, lo cual no sólo refuta las concepciones utópicas secularistas de "mas allá del tiempo", sino que, a la vez, demuestra la vigencia de las nociones tradicionales como pueden ser las expuestas, en el sentido de una imagen o imitación de la eternidad, y por lo cual podríamos culminar refrendando las idóneas palabras de Ananda K. Coomaraswamy: "El nunc aeternitatis está tan presente 'aquí' y 'ahora', como siempre lo estuvo, o siempre lo estará" (13).

Notas :

Referencia de la figura:
Dodecaedro etrusco de significativa confección a cuya figura se le atribuía una serie de conocimientos simbólicos relacionados al "devenir del tiempo" (hallado cerca de Pádova, Italia). Entre inagotables consideraciones, y como ejemplo de una superposición tradicional de sentidos está, en cierto modo, relacionado a nuestro tema, ya que implica el cero, el punto, el movimiento y la interacción poliédrica. Pitágoras consideraba al dodecaedro como "Imagen del Cosmos" y le otorgaba ciertas virtudes relacionadas entre sus doce caras pentagonales y sus treinta triángulos rectángulos inscriptos (12X30=360) coincidiendo con los conocimientos cíclicos de impronta egipcio-babilónica y de diversas sociedades tradicionales concernientes a la división de la circunferencia y por ende de la figura zodiacal. Por otra parte, recordemos que, en la representación geométrica la construcción de los poliedros queda gráficamente determinada por la acción esférica, siendo el dodecaedro, cúlmen de la construcción poliédrica, ya que a partir de ello es imposible hacer derivar algún otro poliedro de mayor cantidad de lados, y por lo cual los cinco poliedros regulares quedan inscriptos y se derivan del dodecaedro de caras pentagonales. Asimismo, Platón mas allá de asociarlo al agua como elemento correspondiente, sin embargo, por sus caras pentagonales, también lo identificaba a la quintaesencia (agua celeste), por lo cual simboliza la "sustancia" de la cual están hechos los planetas, las estrellas, el tiempo y el espacio; así como todas las determinaciones de nuestro mundo, es decir un representativo del Universo.

1) Del término peyorativo "esquimo" (comedores de carne) usado por los vecinos adversarios vabinaks fue adecuado el de "esquimal", aplicado por primera vez en las narraciones de viaje del pastor protestante Biar para darlo a conocer en Europa a principios del siglo XVII.

2) Sobre el concepto de tiempo decía San Agustín: "Si me lo pregunto sé lo que es, pero si me piden que lo defina, no me es posible definirlo" (Confesiones). Análogamente, en su mayoría, las sociedades tradicionales no poseen el concepto abstracto del tiempo (ni del espacio), por los cuales carecen de nombres específicos para designarlos, pero si los comprenden conjuntamente, en carácter de determinaciones cualitativas y saben de sus aplicaciones "reales". Por ejemplo, en la tradición universal el espacio terrestre no se concibe separado del celeste ya que están unidos por el horizonte, y cuyo segmento de línea es integral al círculo que simbólicamente los representa.

3) Entre múltiples identificaciones, se sabe que el término kin entre los mayas incluía análogamente nociones tales como "día", "tiempo" o "sol". Igualmente, podríamos mencionar algunas voces de las tradiciones caribeñas que cumplen la misma función simbólica, como ser wey (Pemón), shi (ye'kuana) o chich (cumanagoto). A pesar de las cuantiosas pérdidas originales los interesados en este aspecto puntual podrán constatar (de un extremo al otro del "continente americano") numerosos ejemplos aún subsistentes del patrimonio indígena.

4) "Dios se complace en esta igualdad donde hace circular juntamente su Naturaleza y su Esencia (M. Eckhart. S.12). Señalemos en términos correlativos la correspondencia de esto con la noción del "instante" como medio de "acceso" o identificación con el presente eterno.

5) Tal como ello, en carácter de insuficiencia, ha sido señalado por Guénon en cuanto adjudicar al tiempo la categoría de "cuarta dimensión" del espacio (El Reino de la Cantidad y los signos de los tiempos, Cap. XXIII)

6) Respecto a las falacias de estas posiciones que pueden resumirse en cuanto a "un comienzo y un final del tiempo" o "una duración que dura siempre, sin comienzo ni fin" ver Introducción de Ananda K. Coomaraswamy en "El Tiempo y la Eternidad".

7) De la teoría tradicional de los ciclos cósmicos (con todos los visos de dificultad y complejidad que puede acarrear una pretendida explicación exclusivista de ella) hay equivalentes en diversas tradiciones. Hasta ahora, la mejor explicación de conjunto (en términos para occidentales modernos) es sin dudas la aportada por el mismo René Guénon a partir de la doctrina hindú y en donde se explica en parte, dicho carácter descendente resumido en los siguientes términos: "Todo desarrollo cíclico, es decir en suma, todo proceso de manifestación, al implicar necesariamente un alejamiento gradual del principio, constituye realmente, en efecto, un 'descenso', lo que además es también el sentido real de la 'caída' en la tradición judeo-cristiana" (René Guénon en "Formas tradicionales y ciclos cósmicos", Cap. I). También: "contrariamente a cuanto afirman ciertas concepciones erróneas del movimiento cíclico, no puede haber ninguna 'subida' de orden exterior posterior a la 'bajada', ya que la progresión de la manifestación como tal es siempre descendente desde el principio hasta el fin" ("El Reino de la Cantidad y los signos de los tiempos", Cap.XXIII, Nota 6)

8) Para una explicación de las relaciones entre la esfera primordial, el huevo del mundo y el desarrollo de la manifestación cósmica, René Guénon ("Símbolos Fundamentales de la Ciencia sagrada", Cap XXXII y Nota 5)

9) No hay que olvidar el carácter de relaciones lógicas que esto posee en cuanto a los conceptos de cero, unidad innumerable y multiplicidad indefinida.

10) Una de las cuales puede ser la concepción platónica de chrónos (tiempo) y chóra (espacio). (Consultar "Timeo")

11) "Acerca de la docta ignorancia", Cap. XXI.

12) "Hijos de la Primavera" (FCE, México, 1995)

13) "El Tiempo y la Eternidad", (Cap. V).