Notas:
(*) René Guénon, “Silencio y soledad”, cap. V de la compilación “Melanges”
1) De la terminología griega melas, “negro” y nesos, “islas”. Una de las tres divisiones “etnográficas” de Oceanía. Las otras dos son Polinesia y Micronesia.
2) Sólo en Papua-Nueva Guinea se habla de setecientas cincuenta lenguas, algunas de las cuales sobreviven casi integralmente.
3) Antigua Irian Jaya, mitad occidental de la isla, hoy una provincia de Indonesia cedida por Holanda y la ONU.
4) Como el caso de las tribus komoro, dani, lani, yali y ekari o amungmi, toe, anga, aseki y asmat por sólo nombrar algunas.
5) Apodo no original otorgado por los primeros portugueses que avistaron la isla. La llamaron “Ilhas dos papuas” de la palabra malaya papuwah, ”cabellos crespos, rizados o plumosos”.
6) Sobre una cuasi definición del término “primitivo” desde el punto de vista tradicional consultar nuestra anotación “La casa tradicional maori (whare)”.
7) Igualmente, toda la nomenclatura etnográfica relacionada a supersticiones, brujería, talismanes, conjuros o culto a los muertos, etc., debe ser revisada por improcedente, ya que, según corresponda y de acuerdo a cada caso que fuere, deben tomarse en el sentido de una mayor o menor degradación de las antiguas ciencias tradicionales.
8) Como el caso de ciertas parcialidades que huyen ante la vista de cualquier extranjero al visitar ritualmente y custodiar la montaña Dugundugu (“la montaña blanca”) también llamada “flor de junco”. El monte mas alto de dicha montaña (5000 metros) ha sido conocido en occidente como “el pico Carstensz” en homenaje al navegante holandés Jans Carstensz quien la vio por primera vez en el año 1623 cuando navegaba junto a la costa sur de Nueva guinea.
9) Cada una de estas variantes responden a una familia de las aproximadamente sesenta que relativa y precariamente se conocen.
10) Para una definición de este término a la luz tradicional véase “Apreciaciones sobre la Iniciación”, cap. XXIV de René Guénon.
11) Coincidentemente, Platón en el Cratilo atribuye a la letra “o” no solamente cualidad de “redondez”, sino también la considera como imagen sonora de toda forma esférica o semejante a ella.
12) Al respecto, hay de hecho, una inagotable gama de equivalencias universales. Por sólo dar un par de ejemplos, piénsese en las cabezas de Gorgona en la antigua Grecia o en esas figuras zoomorfas de fauces abiertas, especialmente las de león, ornamentos predilectos en las fuentes, esculturas y portales de la Edad Media expresando la misma función iniciática.
13) “La máscara sagrada” (Nota 3)
14) Lo que no deja de ser legítimo por esas coincidencias significativas avaladas por ciencias tradicionales cuyos métodos son similares al ejemplo del nirukta hindú. Conviene añadir, sobre este preciso caso de la “impugnación de los gramáticos” no solamente la toma en cuenta del estado de ambigüedad que ha adquirido la etimología en los tiempos modernos, sino que aquí (en el caso de Littré que menciona Burckhardt) parece partir la consideración tomando únicamente en cuenta la palabra latina, y así desconociendo que dicha palabra posee además una estrecha filiación con la voz etrusca phersu cuya función elucidaría con mayor propiedad el punto de vista tradicional
15) Ante ellas, vuelve a nuestra memoria el idóneo artículo sobre “La máscara sagrada” de Titus Burckhardt por lo que se impone recomendar su lectura para este caso, particularmente, aquel pasaje donde hace una correcta definición del politeísmo tradicional en aquello que incumbe al esoterismo y el sentido restrictivo del término donde se confunde el “nombre ”con lo ”nombrado”, motivo por el cual el monoteísmo, ya en el plano del exoterismo, tuvo que rechazar “el uso ritual de las máscaras” (Hay edición castellana en la compilación “Símbolos” del mismo autor. (Pg.7, nota 5). J.J. de Olañeta, Editor- Palma de Mallorca.
16) Entre inagotables ejemplos, podríamos citar los casos de un idéntico simbolismo en el antiguo Egipto, en los pueblos pre-americanos y en los numerosos cuentos folklóricos que tratan la típica “transformación del príncipe en una rana” (Sobre esto último ver Luc Benoist, Art du monde, Paris1942).
17) Hay una ampliación de este punto en nuestra anotación citada “La casa tradicional maori” (whare).
18) Al respecto, y como bien se sabe, diversos representantes del esoterismo musulmán han sabido relacionar los múltiples dioses de los politeístas a la doctrina de los nombres divinos (consultar op.citada de T. Burckhardt, nota 5). Este es, precisamente, uno de los motivos que fundamenta el hecho (considerado hoy como “fenómeno sociológico”) de las conversiones masivas al Islam por parte de muchos pueblos de herencia politeísta. Esto no debería sorprender a nadie debido, por un lado, a un reconocimiento de ciertas afinidades analógicas, y por el otro lado, al carácter transcultural y eminentemente mediador que comporta la tradición islámica.
19) Una de las confusiones mas extendidas en la que se involucra a las formaciones tribales de todas las latitudes se refiere a la impropiedad del término “iniciación” cuando es utilizado por los etnólogos para clasificar “los ritos de agregación a la tribu”. Esto mismo ya ha sido señalado por René Guénon (véase su artículo “Silencio y soledad”, corresponde al cap. V de la compilación “Melanges”)