Lancas

Presentación y aclaraciones sobre autores tradicionales

Nos dirigimos a todos aquellos, independiente de su afiliación, cuya inteligencia busca la satisfacción que solamente la Tradición puede proporcionar integralmente. La mayoría de éstos no están entre los que cultivan un conocimiento simplemente académico o que participan de discusiones insignificantes de carácter erudito.

Es prudente recordar, en este sentido, un comentario del propio Guénon sobre el título de su primer libro, Introducción General al Estudio de Doctrinas Hindúes. El gran metafísico francés consideraba el título como pomposo, académico y potencialmente capaz de mantener lejos a muchos lectores que podrían perfectamente leer el trabajo y aprovecharse de su contenido.

Para nuestro Instituto, es una cuestión totalmente impropia la discusión de las pretensiones de algunos, o de muchos, a ser "sucesores" o "herederos" de la autoridad espiritual de René Guénon. La estatura de Guénon, en el Occidente moderno, nunca ha sido igualada y mucho menos superada.

La muerte de Guénon desafió muchos de aquellos que se beneficiaban de su trabajo e influencia. Algunos han tenido la grandeza de honrarla como, por ejemplo, Michel Vâlsan. Otros, en Europa y los E.E.U.U., mostraron toda su falta de valía y deslealtad intentando transferir a sí mismos la autoridad tradicional de la cual Guénon era un mediador, haciendo gala de una vanidad extraordinaria en este proceder.

Nuestro Instituto, desde el punto de vista de los estudios teóricos dirigidos por los trabajos de Guénon, nunca reconoció a Frithjof Schuon (quién murió 1998) como una legítima autoridad espiritual. Sin embargo, eso no evita que consideremos el valor de algunos de sus libros, o de partes de estos. Es necesario precisar que estos libros a que nos referimos, de hecho, no podrían haber sido enteramente posibles sin la existencia de los trabajos de René Guénon.

Las llamadas "adaptaciones confortables" de los ritos islámicos y la implicación de "sincretismo" de diversas formas tradicionales que pudieron haber sido hechas por Schuon, según informes en libros y en el Internet, no merecen comentarios. También, ciertas "revelaciones recientes" - veraces o no - que involucran el nombre de Schuon en un episodio en las cortes judiciales norteamericanas no son de nuestro interés.

Se nos ha señalado la adhesión de Seyyed Hossein Nasr al grupo fundado por Schuon, del cual asumiera la dirección tras su muerte, así como, por otra lado, el retiro de Rama Coomaraswamy de este mismo grupo.

Con respecto a S. H. Nasr, continuamos considerando su extensa producción literaria como excelente referencia para los temas relacionados con el Islam, y no encontramos razones de cambiar esta opinión, independientemente de su adherencia al grupo de Schuon, ya que creemos que esta es una opción que atañe a la individualidad de Sr. Nasr.

Lo mismo puede ser dicho para Rama Coomaraswamy. Conocemos algunos libros de este autor que merecen consideración, así como también otros, cuya exclusivista perspectiva cristiana genera reservas desde un punto de vista tradicional más comprensivo que es con el que nos identificamos. Las noticias de que él ha dejado el grupo de Schuon no alteran en ningún sentido nuestra opinión respecto a su trabajo.

Por otra parte, algunos, en favor de Julius Evola, desean que lo consideramos en el mismo nivel o aún más arriba (!) que a Guénon. A éstos, los remitimos al propio Evola, en cuyos libros pueden encontrar su orgullo en ser un Kshatryia y su reconocimiento de que Guénon era una autoridad espiritual, un Brahmane. Así, nos dispensamos de explicaciones más largas. Mantenemos la impresión parcialmente positiva que de Evola tenemos, en especial su libro "Revolta contra el mundo moderno".

A prudente distancia observamos muchos "sucesos" referidos a la memoria de René Guénon; reuniones, debates y variados coloquios de marcado academicismo, caracterizados en general por discusiones interminables, disputas entre facciones, y otras que nos ofrecen, en general, la sensación de mediocridad.

Impasible, y por encima de todos esos ruidos, yace la autoridad impersonal de la obra de René Guénon, actualizada e intemporal, silenciosa y elocuente, poderosa e inmutable, tan viva como la propia Tradición, porque es una expresión cristalina y fulgurante de ella.